miércoles, 10 de noviembre de 2010

Viaje a Imaginación


Sus flacos dedos rozaban las teclas una y otra vez de aquella antigualla que tanto llevaba con el. Cuantos ratos había pasado junto a ella, era su compañera de aventuras, de viajes por países lejanos, tan lejanos que hasta escapaban a su imaginación, o de los mil paseos por aquel parque en el que siempre había alguien que llamaba su atención con un gesto, una mirada, una palabra, una caricia, un beso entre jóvenes e ignorantes enamorados, absurdas riñas entre niños, etc. Había pasado tanto con aquella amiga, que no podía deshacerse de ella.
Sus hijos una y otra vez le habían atosigado enseñándole nuevos modelos, mas rápidos, mas precisos, con reguladores aquí y allá, con mejor colocación, que ocupaba menos espacio y rendía más, pero nada de esto había logrado convencerlo, ni siquiera un poco, para deshacerse de ella, eran tantos los recuerdos…
De pronto apareció él. Tan rápido como de costumbre. Su nieto, hijo de su hijo pequeño. Se parecía tanto a su padre cuando tenia su edad, los mismos ojos de asombro ante todo lo que le rodeaba, como si fuera la primera vez que lo veía, esos rizos rubios, que mas de alguna pelea le había costado a la madre que el niño los conservara. Con el niño no sabía si él cada vez iba más lento, o el niño había adquirido superpoderes y se trasladaba de habitación en habitación a la velocidad de la luz.
-¿Otra vez estas aquí pequeñajo?
-No me llames pequeñajo abuelo, ya soy grande. ¿Te acuerdas? Tengo superpoderes, y solo aparecen cuando te haces mayor, como a Superman.
-Ahí has estado rápido Daniel.-El abuelo le revolvió el pelo al niño, en señal de premio.-Aun no me has contestado, ¿Qué haces aquí?
-No se abuelo. Solo investigaba un poco.
-¿Qué investigabas?- Le gustaba conocer lo que hacia su nieto, era tan rica la imaginación de aquel niño, que siempre dejaba fascinado al abuelo.
-Pues es que…la verdad…-el niño miraba al suelo, evitaba la mirada del abuelo, quería saber algo, pero no sabia como decírselo.
-Vamos Daniel, sabes que nunca digo nada sobre tus misiones, son alto secreto-y levantando la mano derecha- prometo que nadie sabrá nada de esta misión.-A veces el abuelo se metía mas en el papel que el nieto. Le encantaba hablar con su nieto.
-Es que…abuelo…tu… ¿en que trabajas?-El abuelo comenzó a reír y el nieto avergonzado bajo la mirada.
-Daniel, cariño, yo soy escritor.
-¿Escritor? ¿Qué es eso?
-Un escritor es la persona que escribe.
-Pero abuelo, yo también escribo en el cole, ¿soy escritor como tu?-El niño miro ilusionado a su abuelo, lo admiraba tanto… Él era la persona que más historias le contaba, le hablaba de amigos que tenia por todo el mundo, detectives, policias, príncipes, grandes pintores, personas que habían estado con él en sus viajes. También le había contado historias sobre piratas, y asesinos que había conseguido encerrar ayudando a la policía, e historias de superhéroes, las que más le gustaban a Daniel.
-Bueno de alguna manera. Daniel, ¿Te acuerdas de todas las historias que te cuento?
-De todas, de todas, no.-El abuelo volvió a sonreír.
-Daniel yo soy escritor porque escribo esas historias. ¿Lo has entendido?
-Si. Tu trabajo es escribir las aventuras con tus amigos, esas que tuviste cuando eras mas joven.
-No exactamente. Daniel yo nunca he viajado.
-Ah, ¿no? ¿Y como conoces a los superhéroes, y al detective Warlock, y a aquel pirata, ese que te quiso cortar la pierna para ponerte una pata de palo?
-Los conozco igual que los conoces tú. Porque ellos están en mi imaginación.
-¿Imaginación? ¿Qué es eso? ¿Y donde esta?- el niño empezó a mirarse y a mirar a su abuelo a ver si encontraba algo en común que le dijera que era aquello de lo que hablaba su abuelo.
-Daniel cariño, la imaginación esta dentro de ti, en tu cabeza.- Los ojos del niño se abrieron como platos, aquello que no sabia lo que era estaba en su cabeza.
-¿En mi cabeza? Pero…pero…
-Tranquilo Daniel, la imaginación no es mala, allí es el lugar donde viven todas aquellas personas de las que te hablo en mis cuentos. La imaginación es un gran planeta, como los de los extraterrestres, y allí viven todas las personas, los animales y las cosas, que las personas, como tú y yo, los escritores, nos inventamos.
-Abuelo y, ¿esas personas vienen a visitarte?
-No querido Daniel, yo solo puedo estar con ellos cuando voy a La Imaginación.
-Abuelo, abuelo y, ¿puedo ir contigo la próxima vez que vayas?
-Por supuesto cariño. ¿Quieres que hagamos un pequeño viaje antes de la comida?- Adolfo olía perfectamente el arroz en caldo de su mujer, sabia que en breve los llamaría para ir a comer.
-¿Tan rápido se va a la imaginación?
-Si, Daniel. Tu solo tienes que cerrar los ojos, sin abrirlos y escuchar al abuelo, ya veras como pronto veras Imaginación.
-Solo cerrar los ojos y escucharte ¿no?
-Si.
Daniel cerró los ojos, tan fuerte como pudo. De pronto el abuelo empezó a teclear en su cansada maquina de escribir, su billete hacía Imaginación. Y empezó a leer.
-Érase una vez, un pequeño pueblo de Imaginación, en el que había una pequeña casa. En ella vivía un niño, de pelo rizado y rubio. Su nombre era Daniel.-Daniel pegó un respingo en el regazo de su abuelo. Era él. Estaba en Imaginación. Una sonrisa enorme invadió su cara-Daniel era un niño con poderes, iba de un sitio a otro, tan rápido que nadie lo veía moverse…-El abuelo siguió con el cuento, hasta que la abuela grito desde la cocina.
-¡Daniel, Adolfo! ¡La comida esta hecha!
Daniel abrió los ojos y miro a su abuelo.
-Daniel vámonos a comer, luego volveremos a imaginación, ¿vale?
-¡Si!
El niño salto al suelo y salio de la habitación dando saltos y brincos de un lado a otro, como peleando con monstruos invisibles que no podían verle de lo rápido que iba. Adolfo, bastante más despacio, salio andando, ayudado de su inseparable bastón. La abuela los esperaba sentada en la mesa.
-Pero, bueno chicos ¿Qué estabais haciendo? Se va a enfriar la comida?
El niño miro al abuelo deseoso de contar el viaje, y el abuelo le devolvió movió la cabeza hacia abajo y sonrió. Daniel miro a su abuela entusiasmado.
-Hemos viajado a Imaginación.

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